jueves, 23 de agosto de 2018

AUTORETRATO DE UN MARIACHI



Para este bufón
que jamás aceptó su vida;
la condena de sí mismo,
su malnutrida alma,
sus huesos
sufrientes por la enormidad de su espalda,
de su aliento y de esta verga
consumiendo el universo
y tu pequeña boca:
hormiguero de sombras
que disimula los blancos
hombros del deseo;
honduras turbias de tu rostro,
corridos por el vinagre y los vinos
de esta soledad, sal, semen,
vida a gritos
en hoteles de insomnios
y de ausencias
que a vivo dolor,
en plena herida de ternura
vuelven entre el sosiego de las botellas
dejándose herir por los verdirojos,
verdinegros, verdiciegos
zumbidos de rocola.
Corazón malparido,
corazones,
corazón enmariachado
que no sabe si reír
o mostrar en el escupitajo de la canción,
el espanto de sus querencias;
y entonces el desastre,
la cojera del gesto,
de sí mismo
que no sabe saberse,
tenerse ni sostenerse,
mucho menos salvarse, 
huir de su fosa de felicidad,
de esa persecución
que rabiosa, lo deja allí,
amachado en un llanto
que nunca aprendió a llorar.