Vagalia es un blog sobre todo y sobre nada, como se puede hablar de alguna película, como de literatura, como de una tarde en el centro, como de nada. Vagalia es una pequeña calle en la ciudad del ocio.
miércoles, 31 de marzo de 2010
RESUMEN DE UN "HAIKU" DE "ORIGAMI"
viernes, 26 de marzo de 2010
LA SOMBRA SIN FILO
viernes, 19 de marzo de 2010
BAJO LA LLUVIA

Il a mis le café
Dans la tasse
Il a mis le lait
Dans la tasse de café
Il a mis le sucre
Dans le café au lait
Avec la petite cuiller
Il a tourné
Il a bu le café au lait
Et il a reposé la tasse
Sans me parler
Il a allumé
Une cigarette
Il a fait des ronds
Avec la fumée
Il a mis les cendres
Dans le cendrier
Sans me parler
Sans me regarder
Il s’est levé
Il a mis
Son chapeau sur sa tête
Il a mis
Son manteau de pluie
Parce qu’il pleuvait
Et il est parti
Sous la pluie
Sans une parole
Sans me regarder
Et moi j’ai pris
Ma tête dans ma main
Et j’ai pleure
viernes, 12 de marzo de 2010
Detrás de cámaras (una historia sencilla)
jueves, 4 de marzo de 2010
LA LLAMA-DA
Era una bestia, una verdadera hija de puta, hambreada hasta la madre. Hacía mucho que no la sentía tan necesitada, tan asesina; tuve miedo, casi me disloco la muñeca y la muy cabrona con nada, pero con nada se calmaba.
Cambiaba de manos, con las dos, fijé el foco en todos mis fetiches, en el álbum pornográfico de la memoria: bocas, miradas, gestos, rostros enteros, muslos firmes, redondos, voluptuosos o espigados; nalgas, de todo tipo; cabelleras: rubias, negras, rizadas, etc., senos de pezones violetas, rosas, negros, azucarados; distintos olores desde aquellos parecidos a la ternura hasta los más ásperos. Recurrí a viejos fetiches como los zapatos, el lápiz labial o las uñas; descubrí algunos nuevos como los aretes. Me vine: una, tres, cinco veces, no me acuerdo cuántas; y la muy puta, la muy H-I-J-A de puta seguía insaciable, erguida, retándome como diciendo -aquí el que manda soy yo putito.
Y qué hacía, qué podía hacer yo; era sólo un instrumento, un cuerpo alquilado al deseo. La veía crecer, hincharse, y temí, verdaderamente temí de tanta furia, de su voracidad, de su ponzoña; y no podía, las fuerzas me flaqueaban, mis dedos eran dos estambres destejidos, pero ese demonio no concedía tregua.
Miré mi agenda telefónica, intenté salir y buscar alivio, pero los pantalones no la contenían y el sólo roce me lastimaba, no podía hacer nada y volví a pensar en ellas; quizá centrándome –me dije-, entonces me cerré a una, la recorrí con mi lengua, de punta a punta, de su pie derecho al izquierdo, toda abierta para mí. Bebí su vientre, sus senos, sus nalgas; me vi enterrándosela hasta que sintiera el asco del filo que me consumía de goce y de dolor.
Para mi desgracia, la bestia permanecía erguida, mi sangre entera alimentaba su apetito. La muy cabrona firme, hiriéndome con su ardor que no conoce de cenizas; morada e hinchada como un cadáver, pero viva, tan viva..., y yo, yo estaba destrozado, quería detenerme, los músculos se me engarrotaban, las manos no podían seguir moviéndose, estaba a punto de desfallecer pero aún sacaba fuerzas no sé de dónde; era un esclavo fustigado por la necesidad. Entonces, entonces oí esos tres golpecitos, tres suaves golpecitos detrás de la puerta, llamando, buscándome, y entonces, entonces, sólo entonces…