Me gustaría tocar
un instrumento, moldearme a través de él. Necesito expresarme de otra forma,
encontrar algo que me designe y me resigne a ser por una vez por todas,
encontrar lo verdadero en mí, lo que incluso yo pueda aceptar sin reparos.
Por
ello esta necesidad o necedad de ser o estar confinado en unos acordes, de
expresarme en la volubilidad del tiempo y del espacio inasibles de la música.
Encontrar
un rostro que me quede, el que tanto he buscado. Surgiendo en el instante, en
cada uno de ellos. El que no está en una fotografía, que no puede grabarse en
piedra porque no es, sólo sucede.
Hoy
que estoy azul necesito una trompeta y un bar y un motivo para este llanto que
cae en la hondura del whisky que no termino de probar, porque a veces el dolor
llega sin atizarlo; y el rostro que se dibuja en el alcohol, no es el mío, no
puede serlo porque mi tristeza y mis derrotas son interiores, ni yo mismo sé en
qué parte me he quedado encerrado, viudo, sangrando una mujer que no fue y sin
embargo esta adherida a mí como una costra sin herida y sin posibilidad de cicatrizarse.
Pero
no recuerdo, no puedo hacerlo, porque no fue forjada en las palabras ni en el
silencio, fue hecha con eso que queda flotando un instante en el aire: la
música; la más tierna de las putas; que hoy, con un lentoviolento de trompeta, la
ha traído a mí, encerrándome en espinas o deseo, enclavándome en su aliento, en
su boca de notas rojas, en sus ojos de oro vivo, encarnados en esta soledad que
acaricia mi garganta y la forma del gemido que no es piedad y sin embargo, me
sostiene y me conmueve por toda la invalidez y desamparo de su belleza.
Lo curioso de este formato de las entradas de blog, es que permiten un espacio para su propia publicidad. Así que si uno ve un título tan llamativo como "La más tierna de todas las putas" entra salivante e inmediato con ciertas expectativas. El sexo vende, sin duda, hasta las entradas de blog salen. Independientemente de la publicidad, la entrada me llevó a los felices tiempos de los alcoholes de los martes y a tu melosidad jazzera, de cuando estabas con ese poemario que no sé si terminaste. Me lleva de vuelta también a las entradas cortas y a dudar si en realidad he leído todo, si antes de empezar con mi blog ya leía el tuyo, o tengo que consultar el fichero para descubrir que leer tus obras completas exige a esta amistad, si no un sacrificio, sí bastante tiempo. Salud y saludos!
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