El
silencio rebota en las paredes, destempla las cabezas. Murmullos, quebradero de
ecos, se arrastran, reptan de un lado al otro, lamen los pies, los muslos, la
garganta, uno más y otro, son tantos. Encadenados oímos el ruido de nuestro
cuerpo y el de los demás. Estamos lejos, alados, allá abajo la pocilga de
vísceras, allá abajo… huesos, nada, estructuras vacías, arrumbadas.
No es una voz, son miles a la fuerza entrando y saliendo de nosotros.
La consciencia de la locura está en todas partes. El loco es un espejo
fragmentado, vemos el brillo de las esquirlas allá abajo, los crujidos que ella
recogió, los filos de memoria, todos, en su voz —arquitectura blanca—, las luces
de Hilarión Frías y Soto.
Ella, Ana Laura Zavala, bifurca la escritura entre el
adentro y el afuera, entre el demente y los otros —quizá tú o yo; ¿quién eres?
El tiempo y el espacio son parciales en la fiebre, sobre todo, si no cesa. “El
paciente se despide de lo propio para ir en pos de lo otro”. ¿Más allá del
espejo, qué encuentra Alicia? Yo mismo, ¿qué busco en Hilarión, en la memoria
de sus ojos, en aquellas palabras? ¿Nostalgia?, ¿por la locura?
“El loco se exilia de la sociedad”, y también el cronista,
el crítico, el escritor, y sí, sí, también tú, lector, “mi hermano, mi
semejante”. Todos dejamos de ser en algún momento. Los amantes son precisamente
amantes porque no existen como individuos sino como deseo, como muerte y mordida.
Su locura es parcial porque está fincada en la carne. —¿cuál? —¿Acaso Importa?
Piernas, vientres, grito, manos, senos, cabellos, mordidas,
ojos, sexo, sangre… Qué es la sangre sino la consciencia de estar despiertos en
el sueño, qué es la sangre sino la ternura de este pájaro taladrando mis
orejas, qué es la sangre sino la sombra de nuestro futuro, esa mancha negra en
la pared que nadie levantó y está allí, cegándonos, triturándonos el cuerpo.
Todo se derrama. La locura no es lago, acaso río que va a
dar a la mar que no muere, fluye, sólo fluye en torno y dentro de sí a
perpetuidad. Únicamente los animales y los locos no mueren, desconocen tal
estado, son inmortales hasta que los reclama la tierra. Son, nunca dejan de
serlo.
Sus palacios, la tierra de nadie, La Castañeda, San Hipólito
—“Gritos desgarradores me saludan/y brazos epilépticos me aprietan”, allí los
infiernos de la razón y sus orgías, allí el árbol con las raíces hacia el aire,
allí Hilarión —desciende por los peldaños de la voz de Ana Laura. Nos gobiernan
los ecos de la monstruosidad. No de ellos, no los locos, sino de todos aquellos
que los arrojaron lejos de la memoria, fuera de nuestras cabezas. Nos hacen
falta, necesitamos un poco de su demencia, del descontrol. Hay tanta vida presa
en paredes de granito, en cuartos blancos iluminados con luces y pantallas
blancas, en el tormento de los despertadores, en los volúmenes cuadrados de los
relojes.
Ella desentierra las hojas del otro lado del río. Me gusta
el oleaje, desesperado por ahogar todo lo que toca, hay tanta hambre en el
agua, una sed infinita lo apresa. Llega a otro tiempo, mira y nosotros con
ella. Son cartas, cartas de un loco, otro
espejo, éste, hecho a medida de Frías y Soto.
El delirio debe negarse o escribirse para hacerse menos
duro, menos siniestro. El delirio debe negarse para hacerse… Escribo, lleno de
voces, el delirio debe negars…, la palabra me desdice, es una piedra que nos
parte en dos, en tres, en cuatro el cráneo. ¿Cuántos estamos aquí, cuánta
soledad en estos mundos de sombras?
Caen las cubetadas de agua dura, elástica, un latigazo
helado tras otro. Tiemblan los dientes, sudan, florecen las llagas y las ratas
en la carne, ¿qué somos para el verdugo, para el médico que olvida el cuerpo
para sanar el alma (¿la mente?), para el médico que vive entre enfermedad y
enfermedad, entre carne rota, entregado a las inmundicias de los otros?
En la locura estamos Hilarión, voces y palabras destejidas,
caos y creación, nuestros propios dioses, somos, todo aquello que negamos,
¿somos? No hay lugar fuera de aquí, jaula y pájaro, no hay lugar fuera de aquí,
Hilarión, me he arrancado la oreja, demasiados trinos, demasiados picotazos,
ten, es tuya Hilarión tus dementes somos silencios gritos espejos sombras…
Senti una nesecidad de leerlo y asi lo hice, realmente muy bueno, se siente como si yo fuera el personaje que lo escribe, fantastico!!!
ResponderEliminarSenti una nesecidad de leerlo y asi lo hice, realmente muy bueno, se siente como si yo fuera el personaje que lo escribe, fantastico!!!
ResponderEliminarGracias por leerlo. Saludos
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