lunes, 9 de enero de 2012

Sin pantalón, sin pudor… ¿sin opresión?



Joselo Gómez

En una generación que, gracias al imperante dominio de los medios tecnológicos de información, ha desarrollado significativas capacidades para lo visual y para lo plástico, las propuestas artísticas pueden ser recibidas con relativa facilidad. Las redes sociales como Facebook, y los medios como internet difunden propuestas interesantes de colectivos surgidos en las grandes metrópolis culturales de Occidente que, al llegar a nuestro país, vuelven controversial el modo en que percibimos la dinámica cultural de nuestro mundo.
El hecho es uno, pero sus lecturas pueden ser muy diversas. El colectivo Improve Everywhere de la ciudad de Nueva York se dedica a organizar “misiones, escenarios que creen caos y diversión en espacios públicos”. El colectivo tiene un buen número de seguidores en las principales ciudades del mundo y sus “misiones” son ciertamente caóticas, divertidas y disparan todo género de opiniones.  Estos “escenarios” pueden encasillarse en la categoría del performance y responder, hasta cierto punto, a una finalidad estética que el mismo colectivo define como “divertir y entretener” al público.
En esta ocasión se trataba de hacer un viaje en el Metro vistiendo ropa interior, cuando menos sin pantalones. Nuestra capital recibió también la información, y un buen contingente de jóvenes acudió: las cifras no son oficiales, pero se habla de medio millar de participantes. Las réplicas, los disgustos, el asombro y también la no muy legítima aprobación no se hicieron esperar. En un país  como el nuestro, un hecho que debería ocupar unas  líneas y tal vez una fotografía de la sección local, quizá hasta cultural de un periódico se convierte en un escándalo en las redes sociales, y seguramente también en los grandes medios de comunicación, en cuanto las televisoras vean lo redituable de la “noticia”. Un hecho como éste perdería su carácter noticioso si recordáramos los antecedentes casi  inmediatos y mucho más radicales de los desnudos de Spencer Tunick en el Zócalo, o bien, la duradera manifestación de los 400 pueblos en el Monumento a la Madre; además este es el décimo año que Improve Everywhere organiza este “happening”.
Más allá del carácter noticioso de este fenómeno, debería preocupar el contenido de la opinión que genera. En fuentes serias como la página de la revista Proceso, uno de los comentarios dice: “Que se los bajen del metro y que, se los metan en la carcel por pornográficos! A las muchacha no! [sic]. En la del periódico El Universal, que tiene muchas más consultas, hay comentarios serios y bien escritos, que toman el fenómeno con más distancia; pero también se pueden leer aquellos donde se expresa la violencia hacia ciertos sectores sociales, principalmente mujeres y homosexuales:
Y por supuesto, los putitos no se hicieron del rogar para exhibirse y deschongarse como les gusta. Haz patria mata a un puto...

puros hombres guacala y las fotos de las mujeres que..................... [sic]

sirvio para que se colaran marimachas y gay que tristeza  [sic]
Los comentarios son reflejo de la enorme cantidad de prejuicios que siguen pesando sobre colectividad mexicana, todos los cuales generan intolerancia y violencia. Y aun así, más allá de las posturas de los comentaristas, preocupa la intención de los receptores de la información, condicionada desde su emisión. Los medios electrónicos tienden a vender información a través de las imágenes, expertos como los de Yahoo! conocen bien las formas más efectivas para difundir información como son las fotogalerías, pues cada click genera ganancias. La mayor parte del público no opina sobre el evento en sí y mucho menos sobre lo que significa; es muy probable que muchos visitantes de los sitios ni siquiera lean las notas: ven las fotos y comentan sobre a quién se cogerían (este es el lenguaje que usan), sobre quién está mejor, etc. Si los comentarios vinieran de una percepción de la noticia como algo lúdico o poco serio, tal vez podrían entenderse. Lo que no se entiende es la indignación de la gente que apuesta por los buenos principios y repudia el acto, ya no por lo que representa moralmente, sino porque los fotografiados “están feos, gordos o seguramente son homosexuales “, mientras que las fotografiadas recibieron comentarios que van desde un “mami”, hasta un “puta”, pasando por el inteligentísimo “por eso las violan”. Punto y aparte requeriría hablar de cómo se manifiestan los “defensores de la decencia”, los “elitistas” que califican a los participantes de “indios, ninis o nacos”.
La ignorancia y los prejuicios expresados son el reflejo inmediato de un pueblo ignorante y enajenado con información de muy poca relevancia, pero con un gran valor de cambio.   
Y así como los medios ven mercancía en la información, también los movimientos artísticos pueden cuestionarse en este mismo renglón: ¿cuántos de los participantes estaban seguros de lo que querían expresar quitándose la ropa? ¿Cuántos lo hicieron con auténtica convicción estética o ideológica? ¿Hasta qué punto este tipo de manifestaciones son la expresión de un arte hecho sólo para divertir y entretener, con cierta irreverencia, pero sin ningún compromiso social y sin poner en crisis los límites de lo permitido? La organización, hasta cierto punto restringida, del evento puede revelar un carácter contracultural; sin embargo, su superficialidad, su pronta dilución y la velocidad con que su realización dará enormes ganancias a las compañías de medios informativos podría  decirnos que algunas manifestaciones cumplen con los requisitos del arte “subversivo” de la Posmodernidad: irreverencia, falta de compromiso social y cultural, intrascendencia, y fácil mercantilización, como todo producto "pop". Sólo cabrá preguntar si, de verdad, recorrer unas cuantas estaciones del Metro en calzoncillos es una experiencia liberadora o es tan sólo un desmadre chido que recordaremos cuando lleguemos temprano a la oficina con la corbata impecablemente planchada.    

  Joselo Gómez nació en el DF, en 1984. Desde niño ha sido aficionado a la lectura. Ha cursado e impartido algunos talleres literarios. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas por la UNAM y participado en varios eventos literarios, así como en diversas publicaciones independientes. En 2010 recibió Mención Honorífica por su participación en el Concurso 41 de la Revista Punto de Partida. Actualmente se desempeña como profesor de Literatura, estudia la maestría en Letras en la UNAM y es traductor y editor de textos.

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