lunes, 12 de septiembre de 2016

OJOS DIABLO








Me miras y no sé si es tu mirada el calambre que siento atizando la verga.

No es tu lengua, no.

Ella estimula otra necesidad, otra herida que requiere estar lubricada y tiene la forma de una oreja enloquecida, de un susurro arrancado de todas partes, incluso de tus ojos. 


Qué tremenda distancia abren de mi piel a la tuya.


Si fueras sólo ojos,

si creyera en el papel azul de tus lágrimas

o en el monstruo que me mira desde ellos,

doble mirada que oculta ¿cuántas mujeres?,

¿cuántos de mis propios deseos

engrapados en las violencias de esta ciudad?


Qué ganas de lamer la frialdad de tu frente,

de embarrarme en tus perlas.

Apriétame el cuello, querida,

la sangre no escurre sola.

Desboca la última carta, la única que me ha salido ganadora.

Después cierra los ojos...,


vamos, linda, nada te va a pasar.

lunes, 5 de septiembre de 2016

SIRENAS



El mar, oscuridad herida, costra azul,

tatuajes,

hombres, abecedarios, mundos en la sed de las sirenas.


¿Cuántos colores caben en la piel?

¿Hay alguno que no naufrague en su propia sombra?


¡Ah, las sirenas!, siempre mutiladas.

Tan fría la voz de sus ojos que escuecen.

Es tan ancho y profundo el abismo de la luz.

El coletazo hiriente de sus aguas, tan sordo.


El sol sigue negro y en calma.


Un cuerpo se ahoga al momento de amar,

se hincha y flota algunos días,

el olvido termina por matarlo del todo,

no los peces, no la sal, no el mar,

no, nunca el mar.


Es tan triste el espectáculo de una sirena ahogada por el peso de su propia belleza.

¿Es tan triste?

A las cinco de la tarde, con el cielo de espaldas a los hombres recostado sobre la arena.

¿Es verdad tan triste?

Un cielo abierto y plateado, sólo las cuerdas sin cuellos de los ángeles brillan a lo lejos.