jueves, 4 de marzo de 2010

LA LLAMA-DA

Era una bestia, una verdadera hija de puta, hambreada hasta la madre. Hacía mucho que no la sentía tan necesitada, tan asesina; tuve miedo, casi me disloco la muñeca y la muy cabrona con nada, pero con nada se calmaba.

Cambiaba de manos, con las dos, fijé el foco en todos mis fetiches, en el álbum pornográfico de la memoria: bocas, miradas, gestos, rostros enteros, muslos firmes, redondos, voluptuosos o espigados; nalgas, de todo tipo; cabelleras: rubias, negras, rizadas, etc., senos de pezones violetas, rosas, negros, azucarados; distintos olores desde aquellos parecidos a la ternura hasta los más ásperos. Recurrí a viejos fetiches como los zapatos, el lápiz labial o las uñas; descubrí algunos nuevos como los aretes. Me vine: una, tres, cinco veces, no me acuerdo cuántas; y la muy puta, la muy H-I-J-A de puta seguía insaciable, erguida, retándome como diciendo -aquí el que manda soy yo putito.

Y qué hacía, qué podía hacer yo; era sólo un instrumento, un cuerpo alquilado al deseo. La veía crecer, hincharse, y temí, verdaderamente temí de tanta furia, de su voracidad, de su ponzoña; y no podía, las fuerzas me flaqueaban, mis dedos eran dos estambres destejidos, pero ese demonio no concedía tregua.

Miré mi agenda telefónica, intenté salir y buscar alivio, pero los pantalones no la contenían y el sólo roce me lastimaba, no podía hacer nada y volví a pensar en ellas; quizá centrándome –me dije-, entonces me cerré a una, la recorrí con mi lengua, de punta a punta, de su pie derecho al izquierdo, toda abierta para mí. Bebí su vientre, sus senos, sus nalgas; me vi enterrándosela hasta que sintiera el asco del filo que me consumía de goce y de dolor.

Para mi desgracia, la bestia permanecía erguida, mi sangre entera alimentaba su apetito. La muy cabrona firme, hiriéndome con su ardor que no conoce de cenizas; morada e hinchada como un cadáver, pero viva, tan viva..., y yo, yo estaba destrozado, quería detenerme, los músculos se me engarrotaban, las manos no podían seguir moviéndose, estaba a punto de desfallecer pero aún sacaba fuerzas no sé de dónde; era un esclavo fustigado por la necesidad. Entonces, entonces oí esos tres golpecitos, tres suaves golpecitos detrás de la puerta, llamando, buscándome, y entonces, entonces, sólo entonces…

9 comentarios:

  1. y que paso que hiso al abrir la puerta, aaaaah, terminalo, terminalo, terminalo

    ResponderEliminar
  2. eso es autobiográfico bradomín, ajaja, lo peor que te toqué la puerta y no me abriste y mira que yo hubiera resuelto tu suplicio.

    Lupix,

    ResponderEliminar
  3. toc, toc

    grrrr.

    QUIÉN SOY?

    ResponderEliminar
  4. que tan autobiográfico o que tanto tiene que ver contigo el cuento, porque lo leo muy realista

    ResponderEliminar
  5. me gusta que escribas cosas sexualonas


    kat

    ResponderEliminar
  6. Chale bro sigues sin cambiar, deja de contar tu vida ajaja, por eso no te presento a mi novia.

    No es necesidad de ponerte mi nombre, ya si no sabes quién soy te jodes. ajajaja.

    ResponderEliminar
  7. Carnal el XIX terminó, pero bueno, es divertido tu texto.

    ResponderEliminar
  8. a míme da pena pero yo cuando me la jalo me siento culpable como le hases, bueno es bueno saber que es normal esto ya no me siento un enfermo saludos y sigue escribiendo la verdad cuando la gente no es cerrada ayuda mucho a otros gracias

    XTEM

    ResponderEliminar
  9. SOY YO DE NUEVO CALIENTE AJAJA, YA VAMOS A PONERLE FECHA A LA SALIDA, NO ME HAGAS QUE TE ANDE DICIENDO EN CADA UNA DE TS ENTRADAAAS

    BRAAAAAADDOOOOOOOMÍIIN
    Y YA CUANDO VEAS MÁYÚSCULAS SOY YOOOO EEEEEH, Y PON QUE NADIE PONGA MAYÚSCULAS, JEJEJE, ES BROMA

    KARRRREN RRRRRRR MUUUUUUAK, PARA QUE SE TE SUBA UN POCO LA TEMPERATURA... JIJIJI

    ResponderEliminar