martes, 1 de febrero de 2011

Un hombre de buenas intenciones


Me siento capaz de lamerte la fe

y ese aliento tan tuyo que llamas alma;

de abandonarte en los azules y violetas

de la tristeza y del alcohol.

Capaz de arrancarme este pulso encanecido

y este corazón contrahecho

para latir en alguna de las uñas de tu sangre.

Sería capaz de ser humilde

sin importarme la ceguera y la soledad
que se abalanzarían sobre los espejos.

Quizá de ser libre también

aunque me desangre cada letra,

cada palabra que piense y no escriba.

Finalmente,
me siento capaz de morir,

pero no ahora, no, no ahora

que me sé un hombre de buenas intenciones.

1 comentario: